miércoles, 27 de mayo de 2009

José Zorrilla-El poeta con Principios



José Zorrilla (1817-1893)José Zorrilla nació en Valladolid. Su padre, José Zorrilla, era hombre de rígidos principios, absolutista y partidario del pretendiente don Carlos; su madre, Nicomedes Moral, mujer piadosa, sufrida y sometida al marido. Tras varios años en Valladolid, Burgos y Sevilla, la familia se estableció en Madrid, donde el padre ejerció con gran celo el cargo de superintendente de policía y el hijo ingresó en el Seminario de Nobles. Estudió leyes en las universidades de Toledo y Valladolid (1833-36), con nulo aprovechamiento. Durante unas vacaciones se enamoró de una prima, a la que evoca en "Recuerdo del Arlanza", era éste el primero de una larga lista de amores.Se reveló como poeta al pie del sepulcro de Larra, leyendo emocionadamente una composición en honor del suicida. Se casó con Florentina O’Reilly (1839), viuda bastante mayor que él y con un hijo. Ese mismo año murió su madre, dejándole profunda melancolía. De regreso en Madrid (1846), recibió varios honores dos año más tarde: se le nombró miembro de la Junta del recién fundado Teatro Español; el Liceo organizó una sesión para exaltarle públicamente; la Real Academia lo admitió en su seno, aunque sólo tomaría posesión en 1885. Pero la muerte del padre (1849) le causó un duro golpe: su progenitor se negó a perdonarle la huida y la boda.Embarcó, por fin, rumbo a México ( 1854-66), interrumpiendo su estancia allí para pasar un año en Cuba (1858). Llevó en aquel país una vida de aislamiento y pobreza, sin mezclarse en la guerra civil, que dividía a federales y unitarios. Cuando Maximiliano ocupó el poder (1864), Zorrilla se convirtió en poeta áulico y fue nombrado director del Teatro Nacional. Muerta su esposa, regresó a España (1866), donde se le admiraba, pero se le creía superado. El fusilamiento de Maximiliano, abandonado a su triste suerte por el Papa y Napoleón III.Se hizo famoso dando recitales públicos y obtuvo numerosos honores entre los que sobresalen su nombramiento de cronista de Valladolid (1884) y su coronación como poeta nacional en Granada (1889). Murió en Madrid (1893), tras una intervención quirúrgica para extraerle un tumor cerebral. Su entierro fue un gran homenaje de admiración. Dice en Recuerdos del tiempo viejo: "Mi padre no había estimado en nada mis versos: ni mi conducta, cuya clave él sólo tenía". Importante es destacar su temperamento sensual, que le arrastraba hacia las mujeres: dos esposas, un temprano amor con una prima, amores en París y México, dan una lista que, aunque muy lejos de la de don Juan, camina en su misma dirección. El amor constituye uno de los ejes fundamentales de toda su producción. No es ocioso preguntar, como tercer factor condicionante, sobre la salud de Zorrilla. A cierta altura de su vida, en efecto, se inventó un doble, loco (Cuentos de un loco, 1853), que aparece casi obsesivamente después.

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